Es que en realidad nadie conoce la realidad. Tu realidad no es mi realidad, tu realidad esta compuesta de tus conceptos, tus creencias y tus juicios y la mía de los míos y la de él, de los de él y la de ellos, de los de ellos. Coincidirán en determinados puntos y en otros serán opuestos. Entonces es cuando la convivencia requiere respeto por lo que difiere de lo que yo pienso creo y veo como realidad y de la empatía para tratar de entender lo que es esa realidad para los otros.
Hay cosas que en el fondo nuestro
nos agradaría que sucedieran, pero no suceden y nos molesta, nos frustra y nos
decepciona. No podemos vivir de ilusiones, porque mientras más esperamos que
las cosas sucedan como las deseamos mas nos alejamos de ello, presionamos tanto
que en vez de atraerlo lo alejamos porque se convierte en necedad de nuestra
parte querer sacarle a fuerzas peras al olmo. Es tarea imposible, desgastante,
frustrante. Y todo surge en nuestros más íntimos anhelos de que la vida nos
recompense de alguna forma el sufrimiento vivido que deseamos que un día por
fin nos encuentre. Y no se trata de matar la fe y la esperanza, eso por mas que
uno diga que no, siempre existe muy escondido, muy en el fondo un íntimo anhelo
de que un día nos sorprenda el encuentro con ese anhelo. Tanto así que a veces
confundimos los sucesos con el mismo, y lo analizamos por todos los ángulos
tratando de convencernos de que en realidad si lo es, nuestros ojos se ciegan
ante las indicaciones de que no lo es y nos aferramos a querer encajarlo con nuestro
deseo. Y cuando por fin después de empujar mucho, nos damos cuenta de que no lo
es sufrimos desgarradoramente.
Porque insistimos en que la vida
compense nuestro dolor de alguna forma si nosotros mismos hemos creado nuestro
sufrimiento, a través de nuestras creencias y juicios y nuestro pasado, porque
seguimos castigándonos por ello en nuestro presente no concediéndonos la
libertad de vivir sin ilusiones, porque desde lo mas profundo de nuestro ser se
prende esa ínfima llama de esperanza ante el menor viso de su presencia, que es
lo que hace que aun a pesar de lo vivido se alimente una ilusión, una esperanza
un anhelo? Es la fe? Es Dios?
Y si lo encontramos hacemos todo
para alejarlo para mostrarnos a nosotros mismos que no lo merecemos que no es
para nosotros que nunca tendremos derecho a algo así de bueno. Y sufrimos más.
Hasta que te hartas, hasta que
decides conscientemente matar toda esperanza y convencerte de que no eres
merecedor de eso que anhelas, que eso no es para ti, porque si lo fueras lo
atraerías como la ley física que dice que lo semejante atrae a lo semejante y
si sigues atrayendo lo contrario quiere decir que en tu interior aún existen
cosas que no corresponden al ideal y que hay que modificar hasta lograr atraer
exactamente lo que uno desea.
Y quien decide que algo no es
para ti, quien decide que no es tu momento, quien decide que eso es lo que te
corresponde. Tú mismo, tus pensamientos deben ser semejantes a lo que deseas
solo así lo atraerás a tu vida, pero si en ello es se encuentra imbuida el
ansia por lograrlo, el deseo de manipular, la prisa por obtenerlo, te alejan de
tu deseo.
No se puede vivir sin deseo, son
inherentes al ser humano, aunque no los quieras ahí están si quieres
escondidos, abandonados, tapados, arrumbados, pero están. Lo que debemos
aprender es a controlar nuestros pensamientos acerca de nuestros deseos, hay
que reconocer que en el fondo desearíamos tal o cual cosa, pero no presionar a
que se de, dejar que las cosas fluyan con actitud ligera, sin propiciar nada,
sin forzar nada, aceptando nuestras vivencias sin desaprobarlas ni enojarnos
por que no coinciden con nuestros
deseos, solo estar atentos a que es lo que nos muestran que falta incluir en
nuestro pensamiento respecto de ellos. Quizá falte convicción, quizá falten
detalles, quizá falte desprendernos de nuestras viejas creencias de que no lo
merecemos.
Alimentar una ilusión es
alimentar nuestro sufrimiento, un sufrimiento vano, inútil, fútil que no hace
sino estancarnos y encadenarnos a un presente que no tiene futuro y que nos
sumerge en una confusión que creemos que es la real.
Nada sino nuestro pensamiento
determina nuestra experiencia, si creo en la maldad, experimentare maldad, si
creo en el dolor experimentare dolor, si creo en el sufrimiento experimentare
sufrimiento, si creo en la deslealtad, experimentaré deslealtad, si creo en el
desprecio, experimentaré desprecio, solo en mi pensamiento puedo destruir la
ilusión, solo en mi pensamiento puedo destruir una creencia solo en mi pensamiento puedo destruir la esperanza
falsa y solo desde mi pensamiento puedo construir mejores experiencias.
CPC12 de mayo 2012