Lo mejor de nosotros

domingo, 7 de abril de 2013

Dolor y sufrimiento


El ser humano es un aprendiz y el dolor su maestro.
Nadie se conoce a sí mismo hasta que no ha sufrido.
Alfred de Musset
Sentir dolor es uno de los grandes temores del ser humano, no esperamos que nos hagan daño, ni que se los hagan a nuestros seres queridos, queremos evitar que nuestros hijos sufran, quizá nuestros padres desearon lo mismo, sin embargo, el dolor es algo natural y todos de una u otra forma lo experimentamos.
Podemos sentirnos dolidos por una agresión física o verbal, una pérdida, una ausencia, el fin de una relación. Nos duele la incomprensión de los demás, la falta de respeto con palabras o con acciones, la mentira y el engaño, la traición e injusticia. Duele la falta de correspondencia de los demás, el daño moral, el abandono, el abuso, la soledad, el vacío. Duele nuestra infancia, nuestro pasado, nuestro presente, el futuro. Duele lo que fue, lo que no fue, lo que será o lo que podría haber sido o podría llegar a ser. Este sentir puede llegar a ser tan intenso y profundo que sentimos que nos desgarra y resquebraja más allá del cuerpo, hasta el alma misma y parece sucumbirnos. Nos conduce a cuestionarnos una y otra vez porque suceden así las cosas, justo a nosotros, porque de nuevo, porque de esa forma y demás porqués. Nos sentimos amenazados, vulnerables, con incertidumbre, incapaces de tolerarlo, sobrellevarlo o incluso de seguir adelante; indefensos, impotentes y sin control alguno sobre la situación y no tenemos idea de que hacer con eso que sentimos, al no poder apartarlo de nuestro sentir.
Donde hay mucho sentimiento, hay mucho dolor.
Leonardo da Vinci
El dolor se vive diferente por cada persona, mientras que un evento puede desmoronarnos y derrumbarnos a unos, otros pueden hacerle frente de distinta manera.
Nuestra particular forma de interpretar el evento doloroso puede incrementar su intensidad, es decir, el significado y dimensión que le damos al evento así como nuestra actitud puede magnificar nuestro dolor.
Nuestros hábitos de pensamiento pueden producirnos más dolor que el evento mismo cuando lo traemos a nuestra conciencia desde que despertamos y en ocasiones durante el día nos cuesta trabajo distanciarnos de él y deambulamos como con él a cuestas, convirtiéndolo entonces en sufrimiento, que fácilmente puede conducirnos a una depresión.
 
El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.
Buda
Este sufrimiento puede llegar a manifestarse también físicamente en músculos, huesos u órganos.
Ignorarlo y pretender que no pasa nada en nuestro interior, no evita que lo sintamos. Mientras más nos resistimos a sentirlo, mientras más lo negamos, en nuestro interior mas se acrecenta y pervive, se acumula y nos endurece, privándonos de la oportunidad de aprender de él.
Allí donde está el dolor, está también lo que lo salva.
Johann Friedrich Hölderlin
La intensidad y duración depende de nuestra personalidad, de nuestra forma particular de reaccionar ante el dolor propio o ajeno, de nuestro estado anímico del momento, de nuestra fortaleza emocional, de nuestras experiencias pasadas así como de nuestras creencias y juicios.
El dolor precisa ser reconocido y expresarse. No se trata de recrearnos en el dolor y sumergirnos por más tiempo en él, sino de analizar e identificar que lo produjo y que ocurrió en nuestro interior.
Nunca se olvidan las lecciones aprendidas en el dolor.
Proverbio africano
El llanto es la vía primaria de expresión del dolor. Cuando nos damos cuenta de que el dolor esta presente, nuestras lágrimas nos muestran que hay algo internamente que necesita nuestra atención urgente y contribuyen a limpiar la herida y la preparan para sanar.

El dolor que no se desahoga con lágrimas puede
hacer que sean otros órganos los que lloren.
Francis J. Braceland
 En ocasiones es preciso expresarlo también con palabras, lo cual no nos convierte en personas débiles sino fuertes y maduros, no nos hace menos capaces, sino incrementa nuestra capacidad de auto conocimiento y acción, y no disminuye nuestra valía, sino la incrementa porque estamos dando paso a nuestro crecimiento.
Dad palabra al dolor: el dolor que no habla
gime en el corazón hasta que lo rompe.
William Shakespeare

 Reconocer que sentimos dolor por determinada situación o acción o no acción de los demás nos conduce al camino de la superación del mismo. Esto requiere una introspección individual con total honestidad, para ubicar lo que realmente mueve en nosotros, si existe alguna forma en la que nosotros pudiéramos estar contribuyendo a la experiencia dolorosa y asumir nuestra responsabilidad por nuestro sentir.
El siguiente paso es aceptarlo y asimilarlo como parte de nosotros, de nuestra historia personal, de nuestro ser, para abrir paso al aprendizaje que conlleva la experiencia de dolor en nuestra vida, el conocimiento que de nosotros nos muestra, lo que podemos modificar o lo que deseamos mejorar y darle así un significado y otra dimensión a ese dolor en nuestra vida.
Siempre contamos con la posibilidad de modificar nuestra actitud ante la situación dolorosa, siempre tenemos la posibilidad de rectificar nuestro pensar respecto de lo que nos produce dolor, sin que ello implique que nos convirtamos en seres indolentes y duros.
Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.
Viktor Frankl
 Salirnos del círculo del dolor requiere nuestra acción para dar un paso afuera de él. Puede no resultar fácil hacerlo cuando la intensidad del dolor es alta, liberar el dolor requiere de toda nuestra isposición, fortaleza, decisión y voluntad de hacerlo y quizá abrirnos a la posibilidad de pedir ayuda.
Ningún lazo une tan fuertemente dos corazones como la compañía en el dolor.
Robert Southey
Poner distancia entre nuestro sentir y la situación ocupando nuestra mente en actividades, situaciones, lugares y personas que ejerzan una influencia positiva en nuestro ánimo, puede contribuir a allegarnos de la fuerza y energía necesaria para superar una situación dolorosa. No se trata de olvidarlo, taparlo y hacerlo a un lado, sino de disolverlo gradualmente en nuestro interior.
Gracias a nuestra capacidad de sentir dolor tomamos conciencia de nuestra condición humana, de nosotros mismos y de nuestra capacidad de decidir si queremos continuar viviendo nuestras experiencias desde el dolor o comenzar el camino del aprendizaje hacia el desapego del mismo.
 
 
El camino de regreso a Dios comienza con un corazón traspasado de dolor.
Nunca dejes que nada te llene de tanto dolor o tristeza que llegue hacer que te olvides del gozo de Cristo resucitado.
Madre Teresa de Calcuta
CPC120712