Lo mejor de nosotros

domingo, 7 de abril de 2013

Comuniación y lenguaje



"El sabio sopesa las palabras en una balanza de oro"
(Cita bíblica)


Las palabras tienen poder. El lenguaje nos libera, nos define, nos construye. Eric Idle dijo "Los palos y las piedras pueden romper mis huesos, pero las palabras pueden llevarme a un rincón y hacerme llorar por horas". Tanto mis palabras como las de otros tienen un impacto en quien las escucha.

Inmersos en nuestra cotidianidad muchas veces nos dejamos llevar por el cansancio, el estrés, el abatimiento e iniciamos conversaciones que derivan en discusiones en ocasiones desencadenadas por muchas veces por trivialidades.

Si nos dejamos llevar por la necesidad de refutar los argumentos del otro, de imponer nuestra verdad, de enfatizar el error, de defendernos, al calor de la discusión, corremos el riesgo de encontrarnos en una situación en la que ya no hay retorno, o se cede al silencio a menudo cayendo en frustración con el consecuente deterioro de la comunicación o se cae en un círculo vicioso de agresiones y arrepentimientos.

El acuerdo total no existe, a veces pareciera existir un abismo entre las definiciones contenidas en el diccionario y el significado que tienen para cada uno de nosotros las palabras.

Hagamos de nuestras palabras instrumentos de paz y no de guerra.

Asumir que sabemos lo que el otro quiere decir y que el otro entendió lo que queremos decir es uno de los principales obstáculos de la comunicación. Tenemos que tomar la responsabilidad de nuestras palabras y de que el mensaje llegue como queremos.

El reto es tratar de indagar, comprender y expresar lo que significa lo dicho para quien lo dice y para quien lo escucha.

Imbuir a las palabras y dotarlas de la intención sincera y honesta de hablar desde nuestro interior puede mejorar nuestra comunicación y enriquecer nuestras relaciones.

De igual relevancia que las palabras, los siguientes factores contribuyen a mejorar la calidad del mensaje:

·         Hablar desde nosotros en vez de señalar al otro.

·         Desarrollar la serenidad y la cortesía. Antes de permitirnos entrar en un estado de alteración, conservar la calma, hasta escuchar el mensaje completo.

·         Ser directo y conciso, en ocasiones el exceso de explicaciones, divagaciones o ejemplos desvía el enfoque de la conversación.

·         Suprimir los juicios, las críticas y las quejas. Si no es amable y bueno, es mejor no decirlo.

·         Evitar dar consejos o decir que "deben" o "deberían" estar haciendo los demás.

·         Evitar ser rudo, agresivo o hiriente, así como tratar de mostrar superioridad, sarcasmo, desacreditación o desinterés.

·         Liberar la necesidad de que los demás estén de acuerdo con uno y tener la razón.

·         Verificar que el mensaje ha sido transmitido conforme a lo deseado a fin de evitar malos entendidos.

La comunicación además involucra otros dos aspectos de igual trascendencia.

Escuchar lo que el otro tiene que decir con verdadero interés, con atención, sin interrumpir ni adivinar lo que el otro va a decir, sin completar sus frases y evitando distraer la mente con lo que le vamos a responder.

La comunicación no verbal comprende la mirada, el tono de voz, la cercanía corporal, los movimientos corporales, la gesticulación así como la postura. Buscar la coherencia entre las palabras y el lenguaje corporal conlleva una mejora en la transmisión de nuestro mensaje.

 

"Las palabras sin afectos nunca llegarán a oídos de Dios".
William Shakespeare

CPC210612