Lo mejor de nosotros

lunes, 18 de marzo de 2013

Que sabes de ti



Compartimos con los otros nuestra condición como seres humanos, sin embargo, cada uno de nosotros contamos con cualidades y habilidades que junto con nuestros rasgos de personalidad nos individualizan y nos constituyen en quienes somos. Existe la posibilidad de encontrar áreas en las que nos desenvolvemos con mucha naturalidad y otras que nos resultan difíciles. Estas últimas presentan siempre una oportunidad de mejora, si se logra identificar el deseo de optimizar los resultados.
Existe una herramienta que lleva por nombre la “Ventana de Johari” o también conocida como “las habitaciones de Johari”, creada por los psicólogos cognitivos Joseph Luft y Harry Ingman que ilustra las áreas de conocimiento de una persona y su interacción con los demás.
 
De acuerdo con el esquema, el área libre es la parte de nosotros mismos que yo conozco y que los demás también ven. El área ciega, lo que los otros perciben pero nosotros no. El área oculta representa lo que yo conozco pero los demás no conocen, es el espacio personal privado y el área desconocida representa la parte ni el sujeto ni su entorno logran percibir, es la parte más inconsciente.

De acuerdo con la teoría, la persona en la que predomina el cuadrante libre o «abierto» funciona de manera más armónica y sana, pues se muestra tal cual es, se conoce a sí misma y no vive con miedo a que los demás la conozcan.

El esquema puede aplicarse para descubrir habilidades y cualidades con las que contamos así como aspectos que pueden modificarse.

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Conocete




"La mayor sabiduría que existe es conocerse a uno mismo."
Galileo Galilei
 
La inscripción en el antiguo Templo de Delfos de la antigua Grecia que recita “Conócete a ti mismo”, nos insta a darnos cuenta de quienes somos, en quienes nos hemos convertido, cómo actuamos, cómo nos conducimos, que nos hace sentir mal, que nos hace sentir bien, que hábitos tenemos, que nos disgusta que deseamos para nosotros, entre muchas otras cuestiones importantes.
 
Aceptar nuestros puntos débiles e ir más allá de nuestros errores y fracasos, de nuestra historia personal y sufrimiento, construye el amor a uno mismo.

Mantener una imagen positiva de uno mismo, más allá de lo que nos agrade o no de nuestro cuerpo físico, más allá de lo que se hace y lo que se piensa, de lo que se es y lo que se puede llegar a ser.

Alimentar confianza en uno mismo, la seguridad y fe en nuestras capacidades y habilidades personales, más allá de nuestras limitaciones y las raíces de nuestra fragilidad.

Aprender a aceptarnos requiere el valor de dejar atrás creencias y juicios que hemos formado de nosotros mismos a través de los comentarios de los demás o de las expectativas que nuestros padres depositaron en nosotros. Somos lo que somos. No significa negar nuestra posibilidad de mejorarnos día con día, sino admitir que contamos con cosas positivas en nuestra personalidad así como con áreas que nos ofrecen oportunidades de mejorar. Requiere también el valor de vernos tal como somos, lo que hemos hecho de nosotros, en quién nos hemos convertido, con total honestidad para ubicar aquéllos aspectos que nos agradaría reforzar y aquéllos que nos gustaría modificar para entonces, entregarnos a la tarea de hacerlo.

Cuando logramos identificar aquéllas críticas y juicios que infligimos sobre nosotros mismos, podemos transformarlos en premisas positivas.

Si logramos reconocer las situaciones en las que surgen nuestros valores como la honestidad, la confianza, la humildad y creatividad, así como cuando experimentamos nuestra capacidad de amar, de agradecer, de perdonar, podemos conectarnos con los aspectos positivos de nuestro ser.

El amor por uno mismo es el principio, no el fin, es el camino, no el destino, es una diaria experiencia que constituye la razón del existir. No es un camino corto, ni recto, ni plano, sino todo lo contrario, es un camino largo, con curvas, desviaciones, pendientes cuesta arriba y en descenso, pero que en cada paso va dejando una experiencia útil.

El amor a uno mismo implica apreciar lo que somos, relacionarnos con nosotros mismos de manera amorosa y benevolente, aceptarnos tal y como somos, reconocer nuestros puntos fuertes, cuidar nuestro cuerpo, pensar bien de nosotros mismos y procurarnos un buen trato.

El exceso de amor a propio conduce a la soberbia y egocentrismo, por lo que para mantener nuestra autoestima en niveles saludables, hay reconocer también la valía de los demás y verlos como a nosotros mismos. 
“En los rostros de los hombres y las mujeres veo a Dios”.
Walt Withman 
 
“El autoconocimiento comienza con la autoaceptación.
Acéptate y te conocerás mejor”.
 Erich Fromm
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